viernes, 13 de marzo de 2009

Poema con algo de lunfardo.

La conocí en Catamarca
aunque la tenía de antes,
no me negué un instante,
sobre mí dejó una marca.

Nos chamuyamos de a poco
yo sabía, y ella también..
que pa' que el vino sepa bien,
no hay que tomarlo a lo loco.

La cosa iba derecho,
y yo por poco la embarro
de casualidad la narro,
creí que no me perdonaba,
pero ella me adoraba.
Me lo juré, porque sí,
nunca más hacerla sufrir.

Al rato fui su novio,
fuerte su amor yo lo siento,
de esto no me arrepiento,
si me abraza con ternura,
y en mí desata locura.
Cuando me toma la mano,
me invade un cariño eterno,
me aleja del infierno
y me pierdo cual paisano.

Pocos junan su dulzura,
se la guarda con recelo,
está tan cercana al cielo,
como alejada a la amargura.

Me transmite su alegría,
y nunca me deja solo,
sin ella yo me embolo..
Yo la quiero muy enserio..
no escondo ningún misterio.

No me canta contraflor,
las hay pocas de su tipo,
y mi suerte es la mejor,
desde que me quema su amor,
tengo el mejor equipo.

Vive en esquina Medrano,
desde allí extraña a su padre.
Lucía le puso la madre,
la última de siete hermanos.
Dios quiera nunca me ladre,
ni vaya a soltar mi mano.

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